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Adicciones a las redes sociales: un nuevo reto para la Psicología

Las redes sociales se han convertido en una nueva forma de interacción social que ha aumentado exponencialmente durante esta pandemia por COVID-19 convirtiéndose en uno de los pilares de la comunicación.

Sin embargo, a veces su uso comporta un riesgo relevante. En ocasiones, algunas personas priorizan el consumo constante de estas redes virtuales desplazando sus vínculos presenciales a un segundo plano.

Esta adicción forma parte de un nuevo tipo de patología: las adicciones comportamentales, que producen mucho sufrimiento a quien lo padece.

 

Causas de la adicción a las redes sociales

La primera causa es haber normalizado el compartir la intimidad en redes sociales. Es decir, la naturalidad con la que muchas personas comparten opiniones y fotografías.

Una experiencia deja de ser sana y creativa cuando la persona ya no disfruta de ello, sino que siente que su voluntad queda sometida a la necesidad constante de interacción.

Quienes viven un periodo de soledad son más vulnerables ante este riesgo de dependencia ya que transfieren a este medio de comunicación un sustituto de sus vicios y carencias afectivas.

Muchas imágenes y comentarios proyectan un escenario donde la vanidad parece constante a partir de imágenes y textos donde se muestran situaciones de ensueño, felicidad infinita y vida aparentemente perfecta, que además van acompañadas del deseo de tener respuesta en forma de ‘me gusta’.

Una interacción inmediata y distinta de las relaciones presenciales aumenta el riesgo de confundir el número de seguidores con el valor de la propia autoestima.

La adolescencia es uno de los periodos más peligrosos y vulnerables por la falta de conocimiento ante los riesgos de esta exposición masiva.

Es necesario que los padres estén atentos y eduquen con responsabilidad para ayudarles a hacer un buen uso de estas, a la vez que ellos mismos se convierten en ejemplo para sus hijos en como administran y se relacionan con las redes.

Por otro lado, no contar con aptitudes sociales pueden hacer que una persona se sienta más cómoda a relacionarse a través de internet, con el riesgo de desarrollar estrés y ansiedad cuando tenga que afrontar situaciones presenciales que le hacen salir de su zona de confort.

 

Consecuencias de la adicción a las redes sociales

Existen una serie de consecuencias derivadas de la adicción. Las enumeramos:

  • Dificultad para mantener la concentración. Aunque la persona esté físicamente presente en un sitio, su mente puede estar en otro lugar. Quien sufre adicción a las redes sociales consulta de forma compulsiva cualquier detalle, dejando en un segundo plano la realidad directa del día a día.
  • Alteración de sueño y del descanso. La dependencia a la pantalla altera ritmo cerebral y ondas cerebrales necesarias para un descanso profundo y regenerador, además de acortar horas de sueño y relajación.
  • Distorsión de la realidad. La persona puede comportarse como si su móvil fuera una prolongación de su ser, como parte de su propio organismo, se produce una pérdida de intimidad que puede terminar en el convencimiento de que uno es más feliz si lo comparte con los demás.
  • Falta de respeto a la propia privacidad. Pérdida del control de información privada que se facilita a veces a gente que ni siquiera se conocen en persona.
  • Vacío interior. Las redes pueden servir de interacción constante, pero también, por lo efímero de su permanencia (una fotografía compartida hace unas semanas es totalmente caduca a día de hoy) deja una inmensa sensación de vacío por la alta demanda emocional de reconocimiento ajeno

 

Técnicas para prevenir esta adicción

Existen un conjunto de técnicas que pueden ayudar a no desarrollar esta adicción. Resumimos cuatro:

  • Priorización de las relaciones y conversaciones presenciales, en detrimento del mundo digital.
  • Expansión de la intimidad desde la libertad. Encontrar un equilibrio entre sentir y vivir y luego guardar en la memoria ciertas experiencias de los instantes de la vida y fotografiar esos momentos.
  • Apagar el teléfono 3 horas al día o dejarlo en otra habitación diferente cuando se está en casa (Se puede establecer un horario de uso y concretar un momento del día donde se miren las redes sociales por última vez y descansar hasta el día siguiente).
  • Formación educativa. Es recomendable en los centros académicos ofrecer charlas y debates informativos y de experiencias compartidas sobre este tema para alumnos, profesores y padres para dar solución y visibilidad a este problema.

 

Recuerda:

  • El consumo de redes sociales ha aumentado exponencialmente durante esta pandemia por COVID-19.
  • La primera causa que nos debe alarmar es haber normalizado compartir nuestra intimidad en redes sociales.
  • Quienes viven un periodo de soledad son más vulnerables ante este riesgo de dependencia ya que transfieren a este medio de comunicación un sustituto de sus vicios y carencias afectivas.